Actualmente la electroestimulación neuromuscular (EMS) es
una técnica que sin ser merecedora, está gozando de una gran popularidad.
Comenzó a usarse en la década de los 70 por el ruso Kotz,
como complemento al entrenamiento. Sería el comienzo de lo que ahora se
denomina “electroescultura”
El gran problema de este incremento en la popularidad de la
técnica recae en la inadecuada utilización de los parámetros de corriente
empleados, que lejos de conseguir los beneficios buscados, saltan la linea de
las contraindicaciones, pudiendo en determinados casos ocasionar serios
problemas. De todo ello habla Nicola Maffiuletti (uno de los investigadores más
reconocidos en EMS a nivel internacional).
Siguiendo con la investigación que estamos desarrollando con
ciclistas y triatletas que emplean esta técnica como complemento a sus
entrenamientos, queremos destacar el artículo de la revista Eur J Appl Physiol de Patrick Wahl: en el que comparan los resultados obtenidos en hormona de
crecimiento, cortisol, lactato, testosterona, presión de gases en sangre y
percepción de estado físico; mediante tres tipos de entrenamiento diferentes:
EMS, entrenamiento en rodillo, y la combinación de ambos.
Tanto el nivel de lactato en sangre como la percepción de
esfuerzo son mucho mayores en el grupo que combina ambas técnicas tras 60
minutos de entrenamiento, que los resultados del grupo que realiza EMS de forma
aislada.
La PO₂, pCO₂ y el CHCO₃ muestran valores menores cuando se
aplica la EMS de forma combinada con el ejercicio voluntario.
El comportamiento del Cortisol y de la hormona de
crecimiento es el mismo que el del lactato; aumentando su concentración de
forma más notoria en el grupo que combina ambas técnicas.
Todo esto nos ayuda a confirmar que los parámetros que
estamos utilizando en la planificación de la EMS de nuestros deportistas son
los adecuados para conseguir los resultados que perseguimos.